¡Ay, Juan!
¿De dónde saco las cosas que te digo?
¿De dónde las saco?
Seguramente no de mi bolsa de certezas, que cada vez está más flaca.
¿De todo lo que estudié? ¿De las miles de horas de formación y supervisión? ¿De mi análisis personal? ¿De los libros que leí? ¿De todas las personas que traté? ¿De mi
propia experiencia vital?
Y sí, seguramente hay un poco de todo eso... Pero sé que hay más, hay algo más.
¿Cómo transmitirte, Juan, eso que Nina enseñaba: el arte?
¿Cómo hablarte de esa sensación de conectar —aunque fugazmente— con una sabiduría que no proviene tanto de los libros, esa información que a veces llega de no sé dónde?¿Cómo compartir con vos esas reacciones del cuerpo, tan sabias y oportunas, que me mueven a actuar casi por reflejo? ¿Cómo explicar intuiciones que ninguna disquisición logra fundamentar?
¿Cómo decirte a vos, Juan, un buscador de respuestas, que las teorías son apenas un relleno de la mente cuando no soporta la incertidumbre del misterio?
Del Misterio, mejor dicho. Así, con mayúsculas. ¿Mis colegas acordarían con esta afirmación? No lo sé, tal vez no. Pero es lo que yo creo, Juan.
¿Ves? En realidad no es cierto que mi bolsa de certezas esté cada vez más flaca. Quizá lo que quise expresar es que en mi bolsa de certezas hay cada vez menos conocimiento enciclopédico y más experiencia. Más Experiencia —otra vez las mayúsculas— y también más Conocimiento. ¿Qué quiero expresar con mis mayúsculas? Me da miedo escribirlo: algo Sagrado quiero expresar.
Vaya palabras: Misterio, Experiencia, Conocimiento, Sagrado. ¿Me estaré volviendo místico? Puede ser.
Durante años me quemé las pestañas estudiando y estudiando, leyendo libros y más libros, para comprobar que, entre vos, Juan, y lo que de vos dicen esos libros, hay un abismo. Que tu dimensión existencial no se agota en un saber racional y encuadernado.
¿De dónde saco las cosas que te digo?
En ese momento no me interesaba saberlo. A mí lo que más me preocupaba era averiguar para qué traías semejante palabrerío a tu sesión. ¿Qué era lo verdaderamente importante? ¿Qué significaban esa furia, esa rabia, ese dolor? ¿De dónde saqué esa imagen de
bebé oso haciendo pucheros? ¿De dónde ese sentimiento de ternura que me movió a dejar de lado todo tu planteo intelectual y proponerte trabajar desde tu propia experiencia?
Y, así de simple, apareció tu nudo en la garganta.
Tu dolor.
Comments