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Me licencié como Psicólogo en la Universidad de Buenos Aires en 1986.  Me especialicé en el campo de la psicoterapia, la comunicación y la integración de las dimensiones cuerpo-mente.

Durante los primeros 20 años de mi carrera me enfoqué principalmente en la psicología clínica. Mi propio camino de evolución personal me llevó a centrarme cada vez más en facilitar y acompañar a cada vez más seres
humanos en sus procesos de
desarrollo personal y despliegue de sus potencialidades

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En ese camino he compartido conocimientos y experiencias con estudiantes, psicólogos, coaches, médicos, abogados, corporativos y otras almas inquietas de varios países de Latinoamérica y España.

Me entrené en Programación Neurolingüística con Lidia Estrin y Lidia Muradep en la Escuela Argentina de PNL donde durante diez años fui también terapeuta, docente y coordinador del Centro Terapéutico.
En 1995 la Asociación Gestáltica de Buenos Aires me certificó como terapeuta gestáltico. Tuve allí grandes maestros y terapeutas.

Me formé con Stanislav Grof en Respiración Holotrópica y Psicología Transpersonal.  El Grof Transpersonal Training me certificó en 1999 y desde entonces he dirigido talleres de RH en distintas ciudades de Latinoamérica.

Llevo 15 años enseñando Psicoterapia, Coaching Primordial y Danza Primal en la Escuela de Psicología Transpersonal - Integral (EPTI) junto a mi amigo y maestro Daniel Taroppio.

En 2011 la Editorial Albatros publicó mi primer libro: “PNL. Mapas para el Cambio”, en el cual presento los fundamentos y las principales técnicas de la PNL.

 

Desde hace varios años voy guiando talleres y seminarios por varios países de Latinoamérica y España formando terapeutas y coaches en un modelo integrador dentro del campo transpersonal.

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LA VOCACIÓN: EL LLAMADO DEL ALMA.

De niño decía que cuando fuera grande quería ser
maestro, filósofo y escritor.

¡También quería ser sabio y director de orquesta!
¡Y me fascinaban los magos, especialmente el Gran Houdini!
¿Habría una “magia de verdad” que no fuera una ilusión, que no dependiera de los trucos?

 

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Porque ya de niño comprendía que bajo la realidad aparente que el mago mostraba se escondía un truco.
Intuía que la vida misma funcionaba de esa manera: mecanismos desconocidos operan bajo nuestras narices sin que nos demos cuenta produciendo efectos sorprendentes.


Descubrir esos mecanismos ocultos se convirtió en uno de los motores de mi vida. Así como algunos niños desarmaban relojes y máquinas tratando de entender su funcionamiento, y otros miraban por telescopios o microscopios animados por los enigmas del macro y el microcosmos, yo me incliné por los misterios del alma y por el comportamiento humano.

Ya psicólogo, me llevó 10 años (PNL mediante)
convertirme en un experto en trucos terapéuticos.

Y otros 10 para descubrir que la maestría en técnicas
terapéuticas no me era suficiente.

Los trucos solo importan si, como un puente, te permiten alcanzar la otra orilla: la Magia más allá de los trucos, la dimensión de Misterio, la profunda verdad que anida en el alma de todos los seres humanos.

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¿ESTABA LOCO O QUÉ?

Hace más de 20 años, en una sesión de respiración holotrópica, experimenté una revelación: “No voy a estudiar nada más”, me dije con una certeza que venía de lo más profundo de mi ser, “se acabaron las formaciones para mí, basta de las *nuevas escuelas*, llegó la hora de integrar”
Me di cuenta de que había pasado los veinte años anteriores de mi vida formándome profesionalmente: seis años me llevó la Universidad, tres en la Belgrano bajo dictadura militar y tres en la UBA llegada la democracia; tres de formación en PNL y otros siete investigando y aprendiendo en el Centro Terapéutico; tres en Gestalt y muchos más en talleres, supervisiones y grupos terapéuticos; cuatro en Psicología Transpersonal y Respiración Holotrópica. Toneladas de libros, congresos, cursos cortos tantos que ni me acuerdo, grupos de estudio y supervisiones.

¿No estudiar más? Mi revelación no era políticamente correcta.¿Es que acaso me proponía dejar de evolucionar profesionalmente? ¿Estaba loco o qué?

Los diez años que siguieron fueron de profundo trabajo interior, una retirada introspectiva que cualquier psiquiatra convencional hubiese diagnosticado como “depresión”: en el medio me casé, tuve una hija preciosa y escribí dos libros (¡vaya depresión!).

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Mi trabajo con mis pacientes alcanzó profundidades antes desconocidas por mí al tiempo que mis trucos mágicos —las técnicas psicológicas de avanzada que había aprendido— pasaron a un segundo plano.

Ya no estoy en la cresta de la ola de las nuevas modas psicológicas que año tras año siguen apareciendo. Y todo está bien así como está: ellas evolucionan a su manera, mientras que yo lo hago por mi propio camino.
Sigo mi caminito, eso sí, un caminito con corazón, como decía el viejo chamán yaki de Sonora en el “viejo” libro de Carlos Castaneda.

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