El lenguaje nos condiciona. Y los mapas sobre el cuerpo están trazados según antiguas cartografías. De ellas heredamos la lógica que estructura nuestro lenguaje y también nuestro pensamiento. Según esos mapas, el cuerpo es algo que tenemos y no algo que somos.
Cuando pienso en mi cuerpo, es el Yo (sujeto) el que piensa en mi cuerpo (objeto). Cuando digo: “me duele la cabeza”, estoy diciendo que a mí (sujeto) me duele “eso” que llamo cabeza (objeto). La cabeza es una cosa que me duele a mí. Puedo apropiarme del cuerpo pero el cuerpo seguirá siendo una cosa que me pertenece: mi cuerpo. ¿Cómo dice usted cuando le duele algo? ¿Cómo dice cuando algo le da placer? ¿No dice acaso “me duele el estómago” o “siento un calorcito agradable en el pecho”?
Si a “usted” es a quien le duele el estómago, ¿entonces el estómago no es usted? ¿A quién se refiere, entonces, cuando habla de “usted”? ¿Qué es ese cuerpo disociado del Yo que lo experimenta? ¿Qué es ese Yo que experimenta, disociado del cuerpo que duele o que goza?
Exploremos entonces los supuestos en que se asienta el lenguaje que utilizamos para modelar nuestros mapas sobre el cuerpo.
El Yo es una mente-sujeto que experimenta a un cuerpo-objeto. El Yo se ha identificado con la mente y se ha disociado del cuerpo. El Yo identificado con la mente es de naturaleza superior, elevada, ligada al espíritu. El cuerpo en tanto materia, es de naturaleza inferior, una máquina, un mal necesario, sede de nuestros impulsos más bajos. En el mejor de los casos, el cuerpo es apenas un envase imperfecto y transitorio para un alma perfecta y eterna hecha a imagen y semejanza de Dios.
No es necesario que creamos en lo anterior de manera conciente —de hecho es probable que algunos de nosotros no estemos de acuerdo con las afirmaciones precedentes—, sin embargo esas ideas subyacen a nuestro lenguaje y condicionan nuestros modelos del mundo.
Aunque hablemos de la unidad que somos, aunque sostengamos una visión holística, el lenguaje y la lógica que estructuran nuestro pensamiento están plagados de divisiones. Es lo que se conoce como conciencia dual o conciencia escindida: la forma en que experimentamos la realidad en función de nuestro ego limitado.
Cuando creemos que somos el cuerpo y nos identificamos como tal... Nuestro sentido de separación se "instituye" y con el, el temor frente a Ser la totalidad que Somos... Nuestra idea de identidad con el cuerpo atraviesa el lenguaje y por ende también el pensamiento... Reproducimos relaciones basadas en ideas de separación... Y nos configuramos en un ideario virtual de "ser" bajo los parámetros de dualidad ilusoria: cuerpo y espíritu...
Gracias Gabriel, el tema sobre Ser es fundamental en el despertar. Un abrazo
Cierto, también interpreto que el Castellano no nos ayuda, porque no es apropiado decir "me duelo el estómago". Creo que es una limitación del lenguaje. En ingles es "my stomach hurts" es otra estructura que te acerca a ser mas integral en tu pensamiento.